Tu Corazón | 05 oct. 2018
Obesidad
La obesidad es una enfermedad producto de la interacción de factores genéticos y medioambientales. Se considera que las principales causas son los cambios en la alimentación y un estilo de vida sedentario. A partir de la segunda mitad del siglo XX hemos modificado tanto nuestra dieta como nuestro estilo de vida. De esta forma, la disminución del consumo de frutas y verduras, ricos en fibras, y el aumento de grasas y azúcares refinados propio de las comidas rápidas, acompañados por la falta de ejercicio, impactan gravemente sobre la salud de nuestro corazón.
Sabemos que el 25 a 30% de los obesos adultos comenzó su enfermedad en la infancia y que el 80% de los adolescentes serán obesos en la adultez. Tan grave es su situación, que fue declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una pandemia.
La obesidad se asocia con frecuentes comorbilidades, es decir, otras enfermedades. Dentro de las cardiovasculares, es responsable del desarrollo de diabetes tipo 2, hipertensión arterial, y aterosclerosis.
¿Cómo se diagnostica?
La obesidad se diagnostica, para fines epidemiológicos, con el índice de masa corporal (IMC) que relaciona el peso corporal con la altura de un individuo a través de la siguiente fórmula: peso/talla2. Resulta así un indicador para el diagnóstico y para el riesgo de padecer enfermedades o mortalidad (morbimortalidad):
La circunferencia de la cintura también es un buen indicador ya que nos muestra la localización de la grasa corporal, siendo la grasa abdominal la de mayor riesgo por la repercusión metabólica. Para adultos, se considera que aumenta el riesgo de padecer enfermedades asociadas a la obesidad cuando la circunferencia de la cintura es mayor a:
Por lo tanto, vemos que no sólo es importante que el peso esté aumentado a partir de la masa grasa sino dónde se localiza. El depósito de grasa a nivel abdominal afecta la presión arterial, los niveles de lípidos en la sangre y favorece la insulinorresistencia y la aparición de la diabetes tipo 2.